sábado, 3 de febrero de 2007

¿ Realmente quería ayudar ?

Alguna vez le habéis echado una mano a alguien sin que os lo pidiera? Estoy seguro que si, todos, en un momento u otro hemos cometido ese error alguna vez, algunos, como yo, no aprendemos nunca, y nos dejamos llevar por... un momento, ¿por que? ¿ que es lo que realmente nos impulsa a ayudar a los demás sin que nos lo pidan? En algunos casos podría ser educación, como por ejemplo ceder el sitio en el transporte público a una señora embarazada, en otros casos para evitar que alguien se haga daño, como cuando cojemos a un niño a punto de caerse... pero estos no son los casos sobre los que escribo este post, a todas luces no son errores, sino actos humanos, movidos por el altruismo. Sobre los que me gustaría escribir son los momentos en los que disfrazado de altruismo, buscamos otra cosa, buscamos el reconocimiento por parte de los demás, buscamos sentirnos apreciados, o valorados, buscamos alimentar nuestro ego, hasta el punto de ser capaces de aleccionar a los que nos rodean sobre cosas tan personales como por ejemplo por que actúan como actúan. Hace poco me dispuse a hacer un regalo lo más especial posible, para una persona realmente importante para mi, y ¿a que no sabéis que se me ocurrió?, pues algo tan poco común, como descabellado, me dispuse a escribirle al desafortunado amigo una carta, una carta un tanto especial, en la cual intentaría hacer una pintura sobre los colores más bonitos, y más oscuros que veía en ella; por así decirlo, le quise describir de la manera más sincera, y más cruda como más tarde me di cuenta, como yo la veía. No muchas veces tenemos la ocasión de oír de la gente que nos rodea lo que piensa de nosotros, sinceramente, con lo bueno, y con lo malo, y creo que saber lo que los demás piensan realmente de nosotros nos puede ayudar a darnos cuenta de cosas que podemos mejorar. Bueno, pues me decidí a escribir tal carta, y aún es más, no solo la escribí, sino que la mandé. Y como respuesta recibí otra carta en la que esa persona se defiende de mis comentarios, bueno, tiene el derecho de estar en desacuerdo con mi opinión, pero ahí no quedó la cosa… ¿ como es posible que no se de cuenta? Pensé yo, de lo equivocada que está… son obvios, al menos para mi, los motivos por los que actúa como la hace, y ella no esta de acuerdo conmigo, y así se lo hice saber en otra desafortunada carta. Y la respuesta a esta segunda carta fue algo que no me podía imaginar, al fin y al cabo le estaba haciendo un favor a dicha persona, ¡la estaba ayudando a darse cuenta de algunos de los errores que cometía y el por que! En la respuesta, entre otras cosas, me decía que era un poco pretencioso, el decirle lo que le decía y de la manera que se lo decía… No podía imaginar que recibiría tal respuesta, pues lo que yo quería era ayudarla. Pero hay una cosa que se me escapó en el primer momento, y que sólo pude entender al pensar en esa palabra, pretencioso, y es que ella nunca me pidió mi ayuda. La conclusión es ahora clara, me metí donde no me llamaban, pensando en que le hacía un favor, en realidad hacía otra cosa, entrometerme.

Este es un ejemplo más, de las veces que he intentado ayudar a alguien sin que me lo pida, en otros casos no me daba cuenta de que metía la pata, pero en este se acabó haciendo patente, pensando en el resultado. ¿Realmente quería hacerle un favor?, ¿quería ayudar?, de una manera consciente no me cabe duda, pero de una manera inconsciente quise alimentar mi ego, y demostrarle que podía saber cosas sobre ella, que ni ella misma se daba cuenta, en un palabra, ser pretencioso.

Bueno, lo que puedo aprender de todo esto es que tenemos que tener cuidado cuando queremos ayudar a alguien, mucho más si no se requiere nuestra ayuda, y la segunda es que la intención que se esconde en nuestros actos, no siempre es la que le queremos dar conscientemente, a veces, la intención verdadera se esconde, incluso para mi mismo.

No quiero terminar este post sin disculparme con la victima de mis lecciones, por intentar aleccionarla, y espero que no me lo tenga en cuenta.

Desde aquí le envío un beso, de esos que reparan ofensas, de esos que se dan los amigos para decir “lo siento”, de esos que me gustarían darte en persona.

5 comentarios:

M.G.G. dijo...

Yo estoy segura de que SI querías ayudar. Lo que menos importa es el papel con el que se envuelve el regalo...

M.G.G. dijo...

Toc, toc, ¿en esta casa hay alguien? ¡Eh! a ver si atendemos la hacienda ;-)

Anónimo dijo...

Pues ojalá todo aquel que se entrometiera en la vida de otro fuera para ayudar... Suele ser para criticar...
Puede que ayudemos porque nos gustaría que en esa situación nos ayudaran a nosotros...

un saludo

Recomenzar dijo...

Tu manera de pensar es muy interesante
Abrazos

M.G.G. dijo...

Te voy a dar un empujoncito para q abras la ventana y entren nuevos aires en ésta, tu casa abandonada.
He dejado en mi rincón una invitación para un juego, pásate a recogerla.
Y actualiza, "cojines", que ya va siendo hora...¡ayssss!